No he encontrado otra forma mejor de
recordar a María Magdalena en su fiesta religiosa del 22 de julio que haciendo
una reflexión sobre su figura bajo la inspiración del magnífico libro La resurrección de María Magdalena.
Leyendas, Apócrifos y Testamento cristiano (EVD, Estella, 2008), la teóloga
Jane Schaberg, y relacionando a María Magdalena y a Virginia Woolf. La mística
escéptica y subversiva de la escritora británica sirve de modelo interpretativo
a Schaberg para reconstruir la emblemática figura de María Magdalena en clave
feminista. ¿Es ésta una alianza espuria? Creo que no.
Las
diferencias entre ambas mujeres son ciertamente notables, pero también lo son
las similitudes, al menos en el imaginario colectivo. Las dos son tenidas por
“trastornadas” o “enfermas”: la una, “maniaco-depresiva, la otra, posesa; ambas
están exorcizadas o autoexorcizadas y confiesan momentos de visión. Las dos
resultan extrañas para el círculo patriarcal y ninguna de ellas es miembro del
selecto grupo de los “Apóstoles”, o al menos han sido excluidas de dicho grupo
por el poder patriarcal. Coinciden hasta en la vida póstuma: Woolf y la
Magdalena son figuras para el mito y la leyenda e iconos en la lucha por la
emancipación.
Desde una lectura feminista, Schaberg
reconstruye las figuras de Woolf y Magdalena, hasta identificarse con ellas
para crear, con su ayuda, una espiritualidad propia no excluyente conforme al
ideal woolffiano: “En mi condición de mujer, no tengo patria. Como mujer no
quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo entero”. Y Schaberg añade:
“Como mujer, no tengo religión. No soy judía o cristiana o musulmana o pagana.
Como mujer soy judía y cristiana, musulmana y pagana”. El deseo confesado de la
teóloga feminista es haber “encontrado”
a una María Magdalena tan valiente y arrojada como Virginia Woolf o como
Ethel Smyth, amiga suya, compositora inglesa y dirigente del movimiento
sufragista, a quien Virginia describe de esta guisa: “Pertenece a la raza de
las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles,
y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las
que van llegando tras ella”.
A través de una rigurosa investigación
interdisciplinar de las fuentes cristianas canónicas de la Biblia hebrea y del
Testamento cristiano, de los escritos gnósticos y de la arqueología, del arte y
de las leyendas, Schabert imagina y recupera la figura de María Magdalena
liberada de las imágenes negativas que sobre ella ha construido la ideología
patriarcal desde los propios textos canónicos hasta la exégesis actual.
Schaber
ve en los textos analizados indicios fragmentados de María Magdalena como continuadora del profetismo hebreo,
iniciadora de la creencia cristiana en la resurrección, sucesora de Jesús de
Nazaret y heredera de su autoridad espiritual. Los evangelios apócrifos de
carácter gnóstico ofrecen elementos importantes para reconstruir la figura de
María Magdalena, si bien de manera tentativa y provisional:
-
Existe como personaje y como memoria en un mundo cuyos textos acusan un
lenguaje androcéntrico y patriarcal.
-
Se expresa con atrevimiento y osadía en un mundo real y simbólico dominado por
varones, lo que le da un relieve especial.
-
Es una persona preeminente entre los seguidores y las seguidoras de Jesús, ya
que posee autoridad espiritual y ejerce un liderazgo en igualdad de condiciones
con los discípulos varones.
-
Es presentada como compañera íntima de Jesús.
-
Entra en conflicto con algunos discípulos varones por la fiabilidad de su
testimonio.
-
Aparece como consoladora y maestra de los demás discípulos.
-
Es elogiada por su inteligencia superior.
La
teología feminista cristiana recurre a María Magdalena como fuente de autoridad
para llevar a cabo las transformaciones necesarias en el terreno eclesiástico y
como pionera de la igualdad para generar cambios culturales y sociales que
eliminen en la sociedad las discriminaciones de todo tipo: étnicas, sociales,
culturales, religiosas y de género. Discriminaciones estas últimas que o suelen
pasar desapercibidas o no cuentan como prioridad para su superación.
El
libro dibuja un sugerente cristianismo en torno a la figura de María Magdalena,
vigente durante los dos primeros siglos en algunas iglesias y olvidado por la
Iglesia patriarcal hasta hoy: un cristianismo inclusivo de hombres y mujeres
bajo el signo de la continuidad profética más que bajo la sucesión apostólica;
un cristianismo como posibilidad desconcertante, terriblemente vulnerable, que
intentó alcanzar lo imposible. Aquel cristianismo fracasó, o mejor, lo hizo
fracasar el patriarcado religioso aliado con el patriarcado político.
Pero
no podemos considerar su fracaso por definitivo. Es verdad que ha durado muchos
siglos, pero eso no significa caer en el fatalismo histórico que imposibilite
su recuperación. Todo lo contrario. Es necesario recuperarlo, reinventarlo,
reformularlo y revivirlo en nuestro momento histórico para contribuir en la
lucha contra la discriminación de género en intersección con otras
discriminaciones que se refuerzan y apoyan entre sí: etnia, clase, sexualidad,
religión, procedencia geográfica, etc., y para trabajar por la emancipación y
la igualdad en todos los terrenos.
Juan
José Tamayo
22
de julio de 2017, fiesta de María Magdalena
Director
de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III
de Madrid, y autor de Otra teología es posible.
Interculturalidad, pluralismo religioso y feminismo (Herder, Barcelona, 2012, 2ª ed.) y
director y coautor de Religión, género y
violencia (Dykinson, Madrid, 2016, 2ª ed. Próxima obra: Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta,
Madrid, aparecerá en noviembre).
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